Las 49 + 1

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Ultima serie de 50 obras sobre los Chakras

domingo, 8 de junio de 2008

DE LIBROS, MONJAS Y GALLETITAS MANON














En el año 1960 me ingresaron a un Jardín de Infantes de monjas porque en el colegio Bernasconi, donde luego hice toda mi primaria, no había ya vacantes. ¿Quien iba a decir que yo iba a entrar en contacto con la religión tan temprano en mi vida? Luego si, toda la primaria fue en el Bernasconi, en ese entonces, una escuela modelo, en pleno corazón de Parque Patricios. De esas épocas recuerdo las neblinosas mañanas de invierno, los pantalones largos que me picaban, el quiosco de la esquina de la escuela, donde compraba mi paquete diario de galletitas Manón, las bromas de mis compañeros porque yo era feliz estudiando, las torturantes clases de natación, mi maestro de Séptimo Grado, el Sr Dotti, que nos enseñaba a hacernos la corbata y a atarnos los zapatos. A esto se suman las memorias de mis primeros libros, esos que hasta me acompañaban cuando me metía en la cama, recuerdo que los asía con fuerza, me protegían, eran como escudos. También recuerdo el olor de las páginas, el impecable estado en el que los mantenía - aún hoy día me molesta que alguien "marque" el lomo de un libro abriéndolo descuidadamente, lastimándolo.
El mote de "tragalibros" estuvo siempre bien puesto, en los libros se escondía el saber, todo el saber, un saber sin límites, un saber que me abriría puerta tras puerta a lo largo de mi vida. Antes de terminar la primaria recibí una colección de guiones de cine - que aún conservo - en ese momento fueron mi tesoro más preciado y marcaron el amor absoluto que siempre tuve por ese medio. Era aún muy chico para entender los guiones de películas de Bergman, Visconti, Fellini, Buñuel, cuando cobraron significación - al ver las respectivas películas, sentí que había recibido un temprano tesoro, sin saberlo. Esa fue otra de las grandes acertadas de mi viejo, otra de sus visiones respecto a mi y a mi futuro.De mis juegos favoritos, recuerdo "jugar a la escuela", un pizarrón que mi papá me había pintado de negro, un set de tizas blancas y de colores y un borrador. Me imaginaba que yo era el maestro y enseñaba... tal como lo hago hoy día. Se puede decir que fue una pasión que me acompañó toda la vida, solo que ahora es en serio, ya no es juego. Y me ha llevado a lugares insospechados: la Universidad Complutense de Madrid, el Instituto Centrarte, en Porto Alegre... El conocimiento puede proyectarnos más allá de las fronteras, hacia otras parte del mundo u otros mundos, imaginarios, ricos, desafiantes. Por eso mis libros son mis escudos, mi protección, porque fueron y son una puerta hacia.

2 comentarios:

N dijo...

WOW!...tenemos algo en comun...la lectura compulsiva, en un tiempo ser un poco intelectual me acomplejaba, me sabia, muchas definiciones ke la maestra decia por el solo habito de leer, en casa como todos lo hacen aca. no keria sentirme raro entonces empece a mimetizarme con la comuna...y leer poco. Luego volvio esas ansias, y en la secundaria me volvi soberbio y egolatra con mis sapiencia, mi facilidad para los idiomas y mi habilitad en las clases de discusion!.
aun deboro libros con facilidad. recuerdo los kioskos de mi escuela, los videosjuegos y los trucos de picaro para sacarle fichas al dormilon dueño del videojuego!..jaja...me recordo mucho. yo use poco guardapolvos, porke los rompia aproposito para irme sin ellos!. la secundaria fue atroz...usar uniforme, lo detesteeee!!!!

me da gusto ke escriba...lo aprecio y siempre leo...un abrazo..PRONTO JULIO!

tu ahijado


N

N dijo...

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