Un nuevo año termina y siempre es una buena oportunidad para darle un
cierre a ciclos y abrir nuevos, tal vez, con otras características o una
modalidad distinta a la que estamos acostumbrados.
Fin de año es
una época en la que todo el mundo se siente revolucionado. Entre aquellas cosas
que no se pudieron lograr en el año que termina y la expectativa por lo nuevo
que abre el año que está por comenzar, se instala muchas veces un sentimiento
de ansiedad.
Dicha
ansiedad, no pocas veces, se vuelca a la relación de pareja, como si ésta
tuviese en parte la responsabilidad de aquello que uno no pudo hacer. Así,
aparecen reproches, demandas, pase de facturas, etc. Y se olvida, que esa
pareja, estuvo presente pero no como facilitadora sino como soporte, estimulando
desde su lugar, mucho o poco, la concreción de un proyecto personal. Por lo
tanto, en esos casos, no hay que olvidar agradecer. Agradecer por el
acompañamiento, por simplemente estar, sin adjudicarle responsabilidades que no
le competen.
Parece que es
más fácil cargar al otro con culpas por cosas que tiene que ver con uno mismo.
Muchas parejas traen a consulta esta problemática, y me pregunto – y les
pregunto, ¿no será que se pone demasiada expectativa en lo que el otro me
debería dar?
La pareja es
un lugar de crecimiento propio y de a dos, pero también es un espacio de
escucha mutua, de apoyo mutuo y de comprensión. La comprensión es fundamental,
porque habrá cosas que se puedan y otras que no, pero eso no implica que el
mundo se termina. La erosión que un fracaso puede causar en la autoestima solo
puede ser mitigado con el amor de nuestra pareja. Pero no tiene que escucharnos
con los oídos, sino que tiene que hacerlo con su corazón. Y viceversa.
Estamos
demasiado acostumbrados a mandarnos solos por la vida, aún estando en pareja,
pensando que el otro está ahí para cumplir con una función que muchas de las
veces no se vislumbra con claridad.
Y su función
es muy sencilla: querernos y escucharnos con el corazón, allí, donde se aloja
el amor que siente por nosotros.
Por eso
considero que acercándose fin de año y ante el surgimiento de nuevas
perspectivas y de un volver a probar aquello que en su momento no funcionó, es
imperioso revisar cómo vemos a nuestra pareja, si lo vemos como un aliado, como
un soporte incondicional, como alguien que tiene su propia vida pero puede
entrar en la nuestra y apuntalar un proyecto, pero nunca dejando de ser quien
es.
Es
precisamente la percepción errónea de nuestra pareja, ya sea que lo veamos como
un padre, un hermano, un maestro o un ideal a conseguir, la que produce muchas
de las fracturas en una relación. Hay que relacionarse con el otro por quien
ese otro es: un otro. Alguien diferente, que eligió, que nos eligió y que nos
acompaña y que puede escucharnos y ofrecernos una perspectiva del camino a
seguir que tal vez sea conveniente explorar.
Le deseo un
muy feliz año a todas las parejas de corta y larga data, así como a todos los
que aún están en la búsqueda de alguien, que pueda escucharlos con el corazón.
Lic Luis
Formaiano